viernes, 9 de febrero de 2007

ARTICULOS DE MALAS COSTUMBRES

Nº 1 .- EL SANTIAGUINO EN SANTIAGO

Decía don J. J. Vallejo hace unos 150 años (o como se dice modernamente "hace unos 150 años atrás") que al provinciano que llega a Santiago le esperan grandes penurias, textual :
"...no preparado para recorrer sus interminables calles... y para no sucumbir al ruido y batahola de aquel gritón y alborotado gentío".
Pensemos que este escrito es de 1844, cuando ni la imaginación más desbocada hubiera soñado con la existencia del paseo Ahumada y toda la horrible bulla actual de esos 600 parlantes molestando nuestra existencia con esa pretendida "música" pretendidamente "ambiental" más el ejército interminable de predicadores, o más bien dicho amedrentadores anímicos con sus espantosos "parlantes de este porte" tratando de inculcarnos una dudosa fe. Personalmente pienso que Jesús nos regaló la posibilidad de salvación y no un montón de contaminación acústica...
Un huasito de la actualidad sin duda retrocedería espantado al ver uno de los nuevos buses-oruga, lo genial del caso es que sin duda otro huasito le diría "benhay, no se asuste iñor, no ve que con esta tarjetita usté puee llegar a toas partes". Pues, si es que hay una capacidad inagotable es la de aprender, al final todos aprenderemos entre codazos, agarrones y garabatos a manejarnos con el "atrasantiago", y finalmente quedarán sepultados para el olvido absoluto los carros (perdón, dije tranvías), los troles, los buses misüíchi, las liebres y para qué decir las anteriores góndolas y carros de sangre. ¿Alguien se acuerda del ferrocarril del oeste, que hasta mediados de los '60 recorría la calle Mapocho? (Me están corrigiendo : ¡Avenida!). El trencito del Parque Cousiño, a principios de los '50 y también el de la Quinta Normal, que vivió un poco más. Algunos, cada vez menos, recuerdan el ferrocarril de Plaza Baquedano a Puente Alto, y cuando era estudiante yo alcancé a viajar en el tren militar Puente Alto-El Volcán...
Así como se habla de un inconsciente colectivo, también existe la nostalgia colectiva. Por supuesto no podía faltar en esta galería de recuerdos "la angostura de que adolece la Alameda por la Pérgola de las Flores" citada magistralmente en la genial comedia musical chilena que emula al "Oklahoma" de USA.
Pero, cuidado! Los hechos del pasado son recidivantes, y hoy renace la angostura en un hecho realmente insólito : Los paraderos nuevos del Atrasantiago (prefiero esta denominación burlesca antes que las usuales shantsantiago y otras más gráficas y sugerentes aún) han hecho desaparecer UNA PISTA POR LADO desde San Martín hasta República. O sea, la modernidad, increíblemente, se está comiendo una parte del show de los choripanes y una parte del show del asfalto. De seguir así las cosas, no nos extrañemos si en unos pocos años más lleguemos a tener una Alameda en superficie y otra Alameda en túnel, o incluso estemos pensando, para imitar a Valparaíso, en la necesidad de una "vía elevada para Santiago". Aquí hay tema para que discutan, doctamente, árduamente, interminablemente y aburridamente todos los arquitectos, urbanistas, juristas, ecologistas, periodistas, panelistas, analistas y demás "istas" que quieran sumarse. Será un proyecto más notorio que los legendarios Jardines Colgantes de Babilonia.

Dejando de lado las nostalgias del pasado y del futuro, y pensando que la realidad termina por superar a la imaginación, pronto oiremos decir a algún niño de 4 o 5 años "papá, cuándo será el día que yo pueda tener una tarjeta de grande?"

Mi respuesta : "El mundo, el submundo y el infierno de las tarjetas" será materia de un próximo artículo.

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